Oración de Juan Pablo ll a la Virgen de Guadalupe

El sumo pontífice y el Santo Juan Pablo II durante su estadía en este plano como papá, siempre fue muy devoto de la Virgen María bajo cualquiera de sus defensas, tal fue el caso muy especial de la Virgen de Guadalupe;

La Virgen de Guadalupe causó mucho revuelo, por la forma en que se dio que Juan Diego trabajara en sus apariciones, desde el primer momento en que este caso llegó a los oídos de Juan Pablo, hasta la fecha, la tierra azteca para conocer una forma más directa. Todo el milagro, sintiendo de inmediato un amor a primera vista hacia la virgencita.

Amor por la Guadalupe

El día que el papa venció a la Virgen, surgió un hecho hermoso y histórico, el papa Juan Pablo una hermosa oración hacia la guadalupana, que se encuentra en la forma de comunicación entre guadalupano y la madrecita.
Luego de la beatificación de la Virgen, las reformas físicas de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, e incluso, Juan Diego pasó también a ser Santo, el sumo pontífice y el nombre de Santo por el amor, devoción y todo. Lo que hizo para que la Virgen estuviera en donde sigue actualmente.
Prueba de ello, la casa en la que vivió Juan al lado de la Basílica de la virgen, actualmente se encuentra abierta para visitar y conocer. En esa casa, Juan se dedicó a mantener el templo limpio, a las mejores condiciones de uso y cuidó hasta el último día cuando se llamó la virgencita junto a Dios.

Qué necesito para orar

Para comunicarnos satisfactoriamente con nuestra virgencita, es necesario estar en un ambiente de paz, tranquilidad y confianza, por eso, darte solo algunas recomendaciones para que puedas orar y pedir con toda la fe y que dé resultados.

  • Ve a un lugar que te ofrezca tranquilidad.
  • Despeja tu mente, no hay permisos que no te perturbe.
  • Diez a la mano la oración de la virgen de Guadalupe.
  • Pide con mucha fe, no dudes nunca de la obra de la virgen, sin creer y sin fe, no obtendrás el resultado que tanto deseas.

Oración de Juan Pablo II a la Virgen de Guadalupe

¡Oh Virgen de Inmaculada,
Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia!
Tú, que desde este lugar manifiestas
tu clemencia y compasión
a todos los que solicitan tu amparo;
escucha la oración con la confianza de los dirigentes,
y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.

Madre de la misericordia, Maestra del sacrificio escondido y
silenciador, la venta, el encuentro con nosotros, los pecadores, los
consagramos, la vida, los trabajos,
las alegrías, las enfermedades y los dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos;
ya Que Todo Lo Que TENEMOS Y Somos lo ponemos bajo tu Cuidado,
Señora Nuestra Madre y.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer el camino
De una plena fidelidad a Jesucristo a su Iglesia:
No nos sueltes tu mano amorosa.

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos
Los obispos, para que conduzcan a los fieles por la
vida cristiana, el amor y la humilde servicio a Dios
y las almas.

Contempla esta inmensa, e intercede por el Señor en el hambre en la santidad en todo el Pueblo de Dios, y en la abundancia de vocaciones sacerdotales y religiosas, fuertes en la fe y en los dispensadores de los misterios de Dios.

Concede a nuestros hogares
la gracia de amar y de respetar la vida que comienza
con el mismo amor con el fin de concebir en tu seno
la vida del Hijo de Dios.
Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protegido a nuestras familias,
Para que se mantengan muy unidas, y Bendice a la educación de nuestros hijos.

Esperanza nuestra, míranos con compasión,
Enséñanos e ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos
a levantarnos, a volver a Él, mediante la confesión de nuestras culpas
y pecados en el sacramento de la Penitencia,
que trae sosiego al alma.

Te atormentamos a los santos sacramentos 
.

Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia,
Con nuestros corazones libres de mal y de odios,
Podremos llevar a cabo toda la verdadera alegría y la verdadera paz,
que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
que con Dios Padre y con el Espíritu Santo,
vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén

Juan pablo ii

México, enero de 1979

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